domingo, 18 de marzo de 2012


A ORFEO

Fiel a su costumbre
siempre esperaba,
aguardaba la comida,
las caricias y la llegada.

Siempre esperó
aunque bien a bien
no sabía por qué.

Y quizá no lo hubiera descubierto
si Unamuno no le hubiese dado voz.
Estoico, patriótico, fiel a la bandera
de su casa y siempre atento
a las palabras que escuchó.

Así fue Orfeo
aquel mártir nivolesco
que oídos prestó a su Augusto.

Orfeo, de la nivola,
quizá el menos nivolesco.




Ismael Delgado

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