miércoles, 28 de marzo de 2012


Interrelación entre el mundo real y el mundo de ficción

Una idea de la física moderna, dice que nuestro universo fue creado al mismo tiempo que un número infinito de universos; que el mundo en el que vivimos es replica de otro mundo y a su vez ese otro mundo es igual a otro.
Muchas interpretaciones de la mecánica cuántica dicen que cada vez que se toma una decisión el universo se divide. Cada vez que envío un fotón de luz a través de una ranura y va en una dirección existe otro universo donde va en otra dirección; cada vez que derramo mi café en este universo hay otro donde mi café permanece a salvo. Según esta interpretación, para la mecánica cuántica, cualquier cosa posible ha ocurrido en alguna parte y todo lo que pueda ser será en algún lugar del multiuniverso[1].
Basándonos en esta idea, podemos de algún modo acercarnos a la comprobación teórica de lo antes citado. Si bien, la teoría del multiuniverso dice que todas las posibilidades de un hecho son realizadas en universos paralelos y todas las decisiones parten los universos;  podemos decir que la literatura es uno de estos universos ya que esta teoría dice que existen, pero no que tienen que ser físicamente iguales al nuestro. Algunos puntos para justificar lo anterior se dirán a continuación.
Lector, Autor y personaje
Empezaremos por llamar mundo real al mundo donde vivimos y mundo de ficción a toda la literatura; incluso a la no escrita. En el mundo real el lector[2] tiene contacto directo, o sensorial, con otros lectores. En el mundo de ficción, el lector establece un contacto no con otros lectores sino con los personajes de manera indirecta o mental. Es decir, el hecho que el lector no pueda ver o tocar a los personajes no niega su existencia de ninguna manera. El personaje es un fotón de un universo distinto a este y el lector es el fotón contrario y a la vez idéntico a ese otro y no sólo es posible el contacto de este universo al otro sino que también cabe la posibilidad de que haya un contacto del mundo de ficción al nuestro. Tal es el caso de Niebla de Miguel de Unamuno, donde el personaje al final de la nivola conoce a su descubridor.[3]
Cuando leemos una obra literaria, formamos parte de estos dos universos. Pero puede darse el caso, como lo plantea Cortázar en Continuidad de los parques, de que el lector se adentre tanto en el mundo de ficción que forme parte por un momento sólo de ese universo. O como en primer libro citado, donde el personaje llega de algún modo al mundo real,  interactuando así con el autor ficticio y el lector real.
 Mucha gente tiene la idea de que el autor de una obra se ve reflejado en sus personajes o que el personaje fue “creado” a partir de su vida. Si bien es cierto que los lectores pueden influenciar a otros lectores por el contacto directo que existe entre ellos, también hablamos de una mentira absoluta al afirmar que el autor influye de algún modo en “sus” personajes. Primero, creemos que la palabra autor no es sinónimo de “creador” sino más bien de descubridor, como ya antes hemos dicho; segundo, negamos también que los personajes sean suyos. Augusto Pérez es consciente de ello, por eso se atreve al final de la novela a desvelarse y rebelarse a su descubridor, Don Miguel. Si yo he sido “creado” por usted, le dice Augusto a Unamuno, entonces usted es también creación de alguien más.
La muerte en el mundo de ficción
Todas las historias que conocemos del universo literario, tienen un problema, ya sea porque nos hemos dedicado a buscar estas historias o porque en verdad la vida en el mundo de ficción sea siempre más emocionante. Entonces, si en este mundo mi café se derrama, en el mundo de ficción mi café pertenece a salvo porque este hecho aparentemente intrascendente en este mundo, tiene su razón de ser en el relato literario, y es gracias a este hecho que la diégesis se completa. Gracias también a la justificación de cualquier hecho, por más intrascendente que parezca dentro del universo literario, las historias pueden contarse en menos palabras.
            La muerte en el mundo de ficción es total y completamente diferente a como la concebimos en éste. En el mundo real, los seres humanos tenemos sólo una vida y la muerte es inevitable. Pero en el mundo de ficción en cambio, el personaje tiene vidas infinitas; cada que alguien lee su historia, o al menos hasta que el portal de contacto (el libro) se cierre, el personaje seguirá vivo sin importar que en la historia contada muera. A pesar de que Unamuno mate a Augusto, éste regresa a la vida cada que alguien lee la novela, pero ¿y Unamuno? Como el autor se hace parte de este universo, entonces él también resurge infinitamente mientras alguien lee su nivola.
Posibilidades en el mundo de ficción
Cuando un escritor entiende (consciente o inconscientemente) que lo que redacta no depende de él, sino que existe en un universo paralelo y sabe como describirlo, nos abre las puertas también a nosotros al mundo que ha descubierto. Pero, ¿existe sólo una posibilidad de narrar el mundo de ficción? O, ¿existe sólo un mundo de ficción? Para aventurarnos más con estas hipótesis diremos que no.
El escritor tiene en sus manos la tarea de reunir las piezas necesarias para contar de manera verosímil lo que ha pasado en un momento determinado en el mundo de ficción, es decir, nos presenta su visión de ese mundo pero un fotón o una taza de café para mí son distintos de lo que son para él. Una de las grandes virtudes de un escritor es de hecho saber describir bien lo descubierto. Entonces no hablamos de un mundo de ficción sino de varios mundos de ficción. Cuántas obras literarias no hablan de lo mismo de distinta manera.
El escritor tiene la libertad de escoger cómo nos narrará lo que ha descubierto mientras reúna los engranes necesarios para que el lector que no ha descubierto aún ese mundo lo pueda hacer sin que se deforme. Por ejemplo, la economía narrativa es muchas veces una manera de deformar el portal al mundo de la ficción haciendo que el intercambio de información o la paradoja presentada se marchite. El lector en este caso no puede ver su café a salvo en este universo y derramándose en el otro.
            El caso de Niebla es sumamente complejo e interesante si nos guiamos por los puntos antes tratados, puesto que es el personaje, desde su universo, quien viaja hasta la oficina de su “creador” o descubridor y se empeña en hacerle creer que es real, pero, estimado lector ¿quién es real y ficticio en el momento en que dentro de la nivola hay un evidente contacto entre dos universos? Obviamente existió un hombre en este mundo, que descubrió a otro Unamuno en el universo escrito en Niebla y es esta paradoja, entre muchas otras cosas de la nivola, la que nos sugiere cuestionar si en nuestra realidad somos lo que creemos que somos o dentro de la niebla no somos más que la creación de alguien más.
Francisco  Santos


[1] http://www.youtube.com/watch?v=PK7KSpYulJc&NR=1
[2] Nos referimos al sentido estructuralista de la palabra, es decir, incluimos también al autor dentro de los lectores.
[3] El concepto de descubridor se refiere a quien escribe la novela, ya que para nosotros, quien escribe no hace más que descubrir el universo paralelo del que hemos hablado antes.

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