viernes, 16 de marzo de 2012


La Busca de Pio Baroja

Contradictoriamente a la postura neutral del escritor, la obra despertó en mí sentimientos de tristeza y desolación ya que el retrato que se hace del Madrid decadente, de ese que  conocen sus habitantes, y eso solamente si se adentran profundamente, es magistralmente llevado por la pluma de Baroja, al grado de sentir verdaderamente las penalidades por las que pasan los personajes de dicha obra.
Manuel se transforma en los ojos, tanto del narrador como del lector, a través de él se abre la posibilidad de conocer un mundo poco explorado, lugares en donde sus habitantes se limitan al simple hecho de existir, pocos son los que viven, ya que han caído en un costumbrismo, seres que se conforman con lo poco o nada obtenido de trabajos irregulares. El narrador describe continuamente habitaciones oscuras, desordenadas y sucias, lo cual desde mi punto de vista es un reflejo del alma de sus habitantes, ya que es tan profunda su decadencia y pasividad ante la vida, que se han convertido en muebles que el tiempo va llenando de polvo sin que sean capaces de sacudirse.
A pesar de ser una víctima directa de la indiferencia de su madre, Manuel busca continuamente un resurgir, él a diferencia de las personas con las que vive busca algo más que esa miseria en la que se ha visto envuelto; ni el tiempo vivido en el campo con los tíos, ni su breve estadía en la vecindad de doña Casiana y su posterior traslado a la zapatería lo hacen caer en ese círculo; si bien por momentos se deja arrastrar por sentimientos de furia, llegando a golpear a más de uno, en el fondo busca algo más, y eso lo encuentra en casa del trapero, concretamente en su hija Justa.
Es este amor infructuoso lo que al final de la obra lo arroja a la calle pareciendo que por fin se abandonará a un destino lleno de miserias y terminará por corromperse completamente, pero es precisamente esta noche de tormento  cuando ve en paralelo las dos caras de Madrid. Una, en la cual ha vivido, es la oscura, en la que las drogas, prostitución, hambre, asesinatos e intereses poco rectos se entremezclan haciendo salir lo peor de las personas; la otra es la de la luz, esa en la que el trabajo, la fatiga y la lucha diaria se hacen presentes. Finalmente Manuel se inclina por la luz, él sabe que salir de la miseria no es fácil, pero prefiere trabajar a dejarse arrastrar por esos vicios. 
La Busca para mí representa muchas de las verdaderas búsquedas que hace el ser humano a lo largo de la vida, identidad, familia, hogar, ese discernir hacia qué lado de la balanza es más conveniente inclinarse, no por comodidad, sino por dignidad.
Por otra parte considero que  se hace una búsqueda de identidad nacional ya que los personajes no están de acuerdo en la forma en que se maneja el país, en este sentido podría decirse que España estaba en oscuridad, dejándose llevar por vicios, pero aún quedaba esperanza de un resurgir hacia la luz, o al menos esa era la esperanza latente en los ciudadanos, que como Manuel preferían seguir luchando antes de consumirse y dejarse arrastrar por lo inevitable. 


                                                                                                      Ana Cristina Ramírez Morales

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