LUNA
ALBA
Puedes salir sólo si hay
luna y barrotes en la ventana.
No sé qué milagro te ha
hacho asomarte.
Qué dios tuvo el poder de
arrancarte siglos de vejez,
qué canto nuevo alimenta
nuestra noche.
Háblame de tus nuevos
sueños, Bernarda.
Y las palabras salen con
prisa,
casi tropezando entre lengua
y mejillas,
mientras veo tu silueta
negra, de luto
al oír tu aliento de rumor
marino.
Los ojos que apenas resaltan
en la noche se mueven sin cesar.
Se nota un mar en movimiento
interno, preso entre costas pétreas.
Se mueven ellos ante la
novedad de un mundo sin penitencias.
Van, vienen:
luna, el caballo, barrotes,
luna, la tierra, el rosal,
luna, caballo, luna,
barrotes, caballo,
luna, tus manos, barrotes,
luna,
luna, la nada, luna, manos,
rosal,
luna, tierra, barrotes,
luna, manos, barrotes, yo,
luna.
Dime más de ese sueño de ti,
vestida de blanco, en un
campo de Granada,
bajo el sol más luminoso.
De tu cuello y el viento,
del calor en tu sangre.
Pero en el mismo campo tu
esposo,
abandonado, muerto a tiros
por alguien,
tal vez por ti.
En la misma tierra tu hija,
tal vez muerta por ti.
En el mismo sueño tu
vientre, que se va tiñendo de negro.
Y olvidarlo es tu esperanza,
hablando de sacar tu caballo
al fin del corral
y salir en fuga,
mientras mi mano va cruzando
los barrotes a tu encuentro.
Hablas, hablas como nunca.
Y repentino de la noche un
crujido no muy lejos
como de puerta al abrirse o
al cerrarse
y saltas del asiento al lado
mío,
ocultándote llena de miedo.
El silencio vuelve a tu casa.
De una mano fluye sangre,
la luna sobre el caballo que
empieza a andar.
Solo, me voy a morir solo, en
un campo de Granada.
PDOA....
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