viernes, 18 de mayo de 2012




La Vuelta a la Caverna
Para nadie es nuevo el célebre mito platónico de “La Caverna”, donde el gran filósofo griego hace una alegoría de cómo los seres humanos estamos, en este mundo, en calidad de prisioneros y sólo observamos las cosas como un reflejo de la esencia de las mismas. Dicho mito, incluido en la también célebre – y agregaría yo prostituidaRepública se difundió a lo largo y ancho de todo Occidente y es así como se originó la nueva postura y visión que se tiene de los filósofos o, en general, de los verdaderos videntes del mundo real que están condenados a parecer como locos ante la ignominia de los demás seres humanos.
                Esta tan famosa, “salida de la caverna”, se convirtió para los intelectuales occidentales en un  incentivo para intentar captar la pureza de todo lo que nos rodea en el mundo y, de esa manera, convertirse en los  guías de toda la humanidad.
                Años después, ya entrada la modernidad y ya cancelada la edad clásica,  José Ortega y Gasset plantea, lo que yo llamaría, la vuelta a la caverna platónica. Y esto se debe a que el teórico español pretende abstraer la realidad que nos rodea para dejar de tener el deseo platónico de ser los únicos en ver el mundo tal y como es. Sí, habrá quien diga que Platón, a quien pone en este pedestal epistemológico de la humanidad no es al artista sino al filósofo. Pero, aunque esto sea verdadero, Ortega y Gasset, de alguna manera, retoma la alegoría de La Caverna y le da la “vuelta de tuerca” pues, aún más en la edad clásica, el límite entre el artista y el filósofo era borroso, por no decir inexistente.
                De esta manera, según nos dice Platón, el filósofo y el artista eran los responsables de extraer la esencia del cosmos para mostrarla, como realmente es, a los seres humanos y evitar que estos sigan viendo las sombras que se proyectan en la caverna. Del otro lado de la moneda, Ortega y Gasset retoma las bases del mito para exponer su nueva teoría del arte – no tanto de la epistemología, es cierto – en la que el artista, por su propia cuenta y no por quedar cegado ante la realidad del mundo, regresa a la caverna para mostrar el lado no humano de las mismas cosas que ya antes había descifrado tal cuales eran.
                El artista ya no tiene que ver el mundo de manera objetiva para regresar a la caverna y decir cómo todos estaban equivocados sino que ahora, ese mismo insurrecto de la caverna, regresa a la misma para mostrar a sus iguales que el mundo, borroso y en sombras, es más artístico y no sólo más artístico sino que así debería ser la labor del artista. Abstraer y mostrar ideas, bosquejos, subjetivaciones.
                Es así como, en plena modernidad, después de miles de años de hegemonía filosófica y autoridad desde la tumba, Platón recibe un golpe en su mito más expuesto y Ortega y Gasset, que se ha convertido en una suerte de demiurgo, regresa a la caverna para revolucionar el cuadrado y sólido panorama artístico de España y sentar las bases para artistas como Alberti, Juan Ramón Jiménez, Goya, Dalí y García Lorca. Quien quiera regresar a la caverna, ahí lo esperan todos estos personajes y más, en el centro de los cuales se encuentra Ortega y Gasset.

José Alberto García Ventura

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